El baile del pueblo armerita
Armero, un municipio del departamento del Tolima que para 1985 tenía 90 años de haber sido fundado e inicialmente bajo el nombre de San Lorenzo, pero trece años más tarde fue cambiado en honor a José León Armero, presidente de la República Mariquita quien había sido fusilado. En la historia queda este municipio prometedor dónde existían sedes de los grandes bancos de la época, hoteles, bares, un club campestre, el Grupo de Danzas Folclóricas de Armero y demás.
En el Club Campestre compartía la alta alcurnia de la sociedad armerita y entre estos los bailarines del grupo de danzas de la ciudad, tenían acceso gracias a la señorita Inés Rojas Luna, una apasionada por la enseñanza y el folclor, ella en compañía de otros socios fundó dicho club, además de crear el Colegio Liceo Carlota y el Colegio Nuevo Liceo de la ciudad con su hermana Ligia Rojas Luna

Inés Rojas Luna era Licenciada en Educación Física de la Universidad pedagógica, investigadora y folclorista. Según su sobrino, Martín Alonso Rodríguez, odiaba que la llamaran por su primer nombre, María. Y fue ella en colaboración con algunos armeritas que crearon en 1958 el grupo que aún existe después de la tragedia. Investigó la danza más icónica del departamento, el San Juanero, una danza amorosa, donde ambos intérpretes deben demostrar que están enamorados, hacer el papel de actores y como dice Heidy Hernández, bailarina del grupo e instructora a la vez, “creer que en verdad estoy enamorada de mi parejo así sea feo, tengo que sonreírle”; esta mujer de sonrisa amplia, al igual que su carisma y de cabello crespo, anda en ese “rollo” del baile desde los seis años
Durante 27 años el grupo funcionó en la antigua ciudad blanca de Colombia, ensayaban en la sede del Colegio Nuevo Liceo, según cuenta Gildardo Aguirre, quien era bailarín en la época y ya tenía trece años en el grupo. Él a partir de 1985 tomó la dirección del grupo por que “tenía en mi mente todas las coreografías debido a que no quedó ninguna memoria registrada”, el lodo había arrastrado todo y para el momento no se habían hecho las memorias danzarias de la señorita. Inés quien despareció ese 13 de noviembre.
El grupo aunque quedó con muy poco bailarines como “Hernán Chacón, María Ligia Rodríguez, Alexis Betancourt, Joaquín…Habíamos quedado como unos seis vivos”, según Aguirre; siguieron adelante porque era una deuda con el pueblo armerita, era una forma de representar quienes eran y sus costumbres. En 1986, no habiendo pasado más de seis meses el grupo se estaba presentando el 5 de abril en la Concha Acústica de Ibagué.
El maestro Gildardo Aguirre, que se caracteriza por su exigencia y detalle en los bailes, fue quien a partir de ese año tomó la batuta, y con las uñas ensayaban donde podían. Desde hace 10 años tienen la actual sede en el barrio la Pola de Ibagué, es una casa de la familia del maestro adecuada para los ensayos. Ensayos que daban frutos desde que el grupo estaba en el Nuevo Liceo, placas, reconocimientos y premios ganados durante 27 años en Armero y que han continuado otros 32 años en Ibagué.
Nuestro Folclor
El folclor es la identidad de nuestro país, es un punto más dentro de la riqueza cultural de Colombia, en especial la del Tolima “que no es muy conocida” al compararla con la de otros departamentos, “participar, conocerlas y procurar que los demás la conozcan es algo muy bonito” expresa Hernández, y la tradición identifica al grupo de Armero, esa que básicamente es lo que “nuestros ancestros, nuestros abuelos y bisabuelos en algún momento vivieron”. La forma de lograr mostrar eso es por medio de las investigaciones de la señorita Inés que “buscó las raíces, investigaba de dónde eran, qué hacían, cómo se vestían y qué comían” recopilaciones que eran llevadas a escena, afirma Carlos Martínez..

Fueron alrededor de veinticinco danzas investigadas por la Inés Rojas y de esas, la más significativa es el San Juanero Tolimense, así lo dice Martínez, el bailarín más antiguo del grupo y quien hoy también se encarga de los medios de difusión de la corporación. Abarca todo, según Hernández, porque la investigación de este baile no se centró en un solo municipio, se expandió al departamento retomando pasos como el bambuco proveniente del norte, las rajaleñas del sur y la caña bailada en Honda y Ambalema.
En 1988 Alexander Betancourt, ex alumno de la Inés Rojas, en compañía de Ruth Salas de Rico, quien fue presidente de la Corporación Folclórica de Tolima, y Alfonso Viña, maestro de música y folclorólogo, le reconocieron oficialmente la coreografía que actualmente se baila del San Juanero Tolimense. Además de realizar una publicación sobre esta danza en 1996 dónde se explica su significado, cada paso, los trajes y la característica de la música con la que se interpreta.
A esta se suman la Danza de los Monos que es más popular, representa las actividades del mono, los gestos y demás, en esta cada paso tiene su nombre: rinda, coqueteo, lucha, túnel, viaje, regreso, retozo, puente, peine, caracol y conquista. La caña, existe la Caña de los Trapiches que es de laboreo y asimila el trabajo con el trapiche, el burro, el lazo y el látigo. Por otro lado la Danza de las Ofrendas es otra insignia del departamento que era bailada para el festival del Corpus y Christi, y la del corazón de Jesús; en ella las campesinas ofrecían el fruto de sus cosechas, los animales del campo y los hombres trabajos artesanales para pedir la bendición de Dios.
Una similar a la anterior, en cuanto al aspecto religioso, es la Danza de los Estandartes investigada en El Guamo, donde se hace una ilustración de las figuras, las ostias, el cirio, el cáliz, las flores y otros elementos. Existe también la Danza de los Arcos que proviene de Ambalema, Mariquita y Honda, es una danza que se bailaba en homenaje a la bandera y los arcos llevaban los colores amarillo, azul y rojo.
Se suma la Danza de los Carramplanes, la Danza de Maíz que es una ofrenda hecha por las vírgenes a través del Mohán al Dios pijao de la justicia y la sabiduría, Lulomoy. La Danza de las Sopladeras que es una burla a los abanicos de las españolas; la Guabina Trenzada representa la forma en que las chaparralunas trenzaban la palma, y la Manta Hilada, un torbellino que muestra el trabajo de hilar lana.
Conservando la tradición

Como sería de esperar el tiempo debería cambiar los pasos, significados y trajes de los bailes, pero el punto fuerte de la agrupación ha sido evitar esto. Aunque existen algunas “cositas” que por estética se han cambiado dice Hernández, “los trajes no son iguales a los tradicionales de antes porque se ven muy diferentes a los grupos actuales, ahora tienen muchos colores, muchas cosas; y pues el grupo intenta cuadrarse un poquito pero no pierde su tradición” en la ejecución de los bailes, por ejemplo, un pequeño cambio que hizo el maestro hace un tiempo es la forma del moño que va en las trenzas las mujeres, antes era un cinta mucho más sencilla.
Las coreografías son una muestra de autenticidad para German Fino, un bailarín y actual subdirector del grupo elegido por voto. Autenticidad al ser danzas investigadas con significado; algo diferente a un montaje coreográfico que es “básicamente una serie de pasos que se montan al ritmo de una canción, pero que no cuenta una historia”, aclara Martínez.
Nicolás Álzate, tiene 16 años de edad y lleva en el grupo casi ocho años, inició en uno de los semilleros que abren constantemente para los niños de más de cuatro años. De la mano de las palabras de German Fino y Carlos Martínez, sostiene que el maestro ha logrado mantener la tradición durante largo tiempo, además que su aporte como bailarín es contribuir a conservar las raíces del Tolima. Sumado a esto, el maestro se ha convertido en “gurú” de los muchachos, “él está con nosotros en las presentaciones, es una responsabilidad y a la vez es una fuerza importante que necesitamos, es responsabilidad de demostrar todo lo que hicimos”, afirma el subdirector.
Sus presentaciones, sus anécdotas
Muchos municipios de Colombia han visto al Grupo de Danzas de Armero, el último ha sido Casabianca, Tolima, quien los invitó a la celebración de los cumpleaños de la fundación del pueblo. De igual forma han estado en Boyacá, en el Festival Folclórico de Ibagué y hace tres años en compañía de otro grupo dieron apertura a este festival. Han estado en el Atlántico, en el Pacífico, en el Festival Nacional del Caimán Cienaguero en Magdalena y otros más. Además presentaciones en festivales de Europa como el de Palma Mallorca, Paris e Inglaterra, Quito y Venezuela.
Hernández recuerda que una presentación en Boyacá “estábamos pasando junto a una cerca de una corraleja y uno de los toros se salió, ¡Eso era como loco!, nosotros arrancamos a correr, todo el mundo escondiéndose y nosotras con faldas rojas, más asustadas aún”. Carlos, en 1995, fue con el grupo a Cali e iban hasta Buga a hacer una presentación, para cuando regresaban a Cali realizaron varias paradas para comer, en una de esas paradas “yo salí, fui al baño y cuando salí ya no había bus…no conocía a nadie y pues tampoco tenía como para irme a Cali”, pero un compañero de él se percató de su ausencia y regresaron.
De las tantas presentaciones del grupo salen anécdotas como las ya contadas, así como algunas en las cuales tuvieron que “dormir en el piso, los hombres con sus ponchos y las mujeres con las faldas para resguardarse” porque los lugares a los que iban terminaban incumpliendo las garantías, cuenta el director. Ocasiones en que solo veían, al igual que otros grupos, no solo el de Armero, una gaseosa con pan en el día y al grupo o bailarines les tocaba costearse los gastos. Pero también han estado en buenos hoteles con bufets. Después de tantas experiencias como estas el maestro asevera que el Grupo de Danzas de Armero no va dónde no le ofrezcan garantías.
¿Qué deja Armero?
Pertenecer al actual grupo es una satisfacción y un orgullo para muchos. Hernández se relaja, es su momento para salir de la vida cotidiana, así lo dice, “puedo liberarme de muchas situaciones que se presentan en la vida personal y académica”, aunque ya se formó allí como bailarina, está en proceso de mejora porque según ella, aún le falta y el aprendizaje no solo viene de los bailes. Viene de los errores que han cometido, de los cuales se pueden hasta reír, cuenta Nicolás Álzate.
Haber sido parte del grupo que lideró Inés Rojas fue una experiencia enriquecedora para Gloria Marcela Basto, antigua bailarina que estuvo entre 1978 y 1983. “No solamente fue aprender el legado cultural, sino aprender un estilo, de ser uno honesto, correcto, de ser una persona de bien; eso era lo que ella inspiraba”, narra Martín Rodríguez.
En el municipio de Armero Guayabal se ha creado la Fundación Inés Rojas Luna para el arte y la cultura, dónde el sobrino de Inés Rojas es el vicepresidente. Allí compilan todas las investigaciones folclóricas de esta mujer, cómo las realizó, a qué lugares fue y las planimetrías de estas danzas, todo esto en homenaje a quien fue la pionera de la investigación folclórica del Tolima y Colombia, una manera de conservar el legado cultural e inmaterial.

La Corporación Danzas Folclóricas de Armero – Ibagué espera realizar variadas presentaciones en lo que resta del año, entre estas una presentación en el Teatro Tolima en homenaje a la tragedia de la ciudad. Además una noche colombiana organizada por el grupo, en ella se harán variadas muestras danzarías en pareja y grupales con música en vivo a cargo de Camacho Band. En estas cada integrante, nuevo y antiguo, se esfuerza por mantener la tradición cultural a través de la interpretación de los bailes y puesta en escena, incluso durante los ensayos.