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Un trabajo sobre ruedas



Todo comenzó cuando su hermana menor decidió enseñarle a montar en una bicicleta panadera, cuando él tenía 9 años. Esa primera clase de ciclismo fue en un territorio llano y apartado de cualquier peligro vehicular. Fue así como en tan solo medio día y después de haberse dado tres golpes, Orlando Torres Ramírez logró aprender a pedalear con seguridad.

Sin llegar a imaginarlo, décadas más tarde la bicicleta se convirtió en su medio de transporte para realizar su actividad comercial; Orlando vende Yogo Fress (más conocido como yogo simpson) desde hace 15 años y durante todo ese tiempo lo ha hecho pedaleando, para así repartir su producto por tiendas de barrio de la ciudad.

A sus 65 años, desconoce a ciencia cierta cuántos kilómetros recorre a diario, no obstante va por todo Ibagué vendiendo su mercancía, y cada día tiene una ruta específica. La jornada de Orlando empieza a las seís de la mañana, emprende su rutina acompañado de ‘’Mi Kinga’’ (el nombre de cariño que le puso a su bicicleta) la cual tiene en la parte de atrás una canasta verde muy pesada para transportar los yogures.

Recorre sectores como Picaleña y Ambalá, ambos compuestos por variedad de barrios, y cuestas empinadas. También pedalea bajo el cálido sol del Salado y Modelia al Topacio y Gaitán; desde Los Mártires a Pan de azúcar, pasando por Ancón y el 20 de Julio. No importa si hay frío o calor, la energía de Orlando se mantiene dispuesta y aunque en ocasiones siente cansancio, su mayor motivación está esperándolo en la casa.

A la 1 de la tarde llega a su hogar donde lo espera su esposa, una mujer atenta pero nerviosa a la hora de tomar la dirección de una cicla, así la define Orlando quien en ocasiones la lleva a montar y comenta que ella le teme a los descensos y que le ha sido difícil enseñarle a retirar la vista de las ruedas para así evitar una caída. Con la energía de un niño pronuncia: ‘’Nos vamos mi Kinga a trabajar’’. Y es que para Orlando un día sin montar es un día perdido, él prefiere salir a rodar que quedarse viendo televisión, en su casa en el barrio Tulio Varón de Ibagué. ’’A mí no me duele nada. Llego a casa como si no hubiera trabajado’’ menciona con orgullo. Lo que más disfruta es que mientras trabaja está haciendo ejercicio. No encuentra una mejor combinación para vivir su vida, tanto así que hace poco su médico lo felicitó, porque el estado de su salud es excelente y su corazón muy saludable.

Entre pedales y carros

No es un secreto que pedalear en la vías es todo un riesgo por la falta de tolerancia y respeto por parte de algunos conductores de vehículo automotor, hacía quienes usan un transporte diferente, como lo es la bicicleta. Para Orlando es un reto llegar a casa con bien: ’’Yo toreo los carros, no puedo demostrar miedo cuando estoy entre ellos’’. Y no es para menos, ha tenido dos accidentes mientras iba en bicicleta. El primero fue por la calle 60, donde un carro lo chocó su mano salió lastimada y se le dañó su cicla. El segundo accidente un hombre en una moto lo atropelló por el barrio Las Margaritas, por fortuna ambas personas le respondieron por los daños causados.

Orlando tiene un oído alerta y una mirada vigilante cuando va entre carros, cuenta únicamente con su ágil capacidad para batallar entre ellos y sus fuertes piernas para ganar velocidad y cadencia en su ruta. Uno de los hábitos más frecuentes de algunos conductores es adelantar a los ciclistas sin alejarse lo suficiente de ellos, sin siquiera otorgarles lo que por ley les corresponde; la ley 1811 del 21 de octubre 2016 en su artículo 60, parágrafo 3° reza de la siguiente manera: ‘’ Todo conductor de vehículo automotor deberá realizar el adelantamiento de un ciclista a una distancia no menor de un metro con cincuenta centímetros (1.50 metros) del mismo’’. Es una cifra pequeña e importante que no se debe olvidar, ya que adelantar al ciclista sin tomar las mínimas precauciones podría desencadenar en el "efecto sumidero" es decir que el viento producido al pasar junto a él pueda desestabilizarlo y hacerle perder el control de la bicicleta.

Un poco más sobre Orlando


Orlando trabajó durante 20 años en las carreteras haciendo obras, muros de contención y mampostería (construcción de muros por bloques). Tiene 3 hijas y un hijo, ya no viven juntos pero años atrás los sacó a adelante gracias a su trabajo en las vías, desempeñándose tanto en la construcción, como en la bicicleta vendiendo Yogo Fress.

Su nieta y su nieto aún están muy pequeños, pero espera verlos crecer para enseñarles la belleza de poder montar una bicicleta. Así como le enseñó a uno de sus vecinos, quien le pidió algunas clases para aprender y así ahorrar dinero en transporte. Ambos se fueron por la vía al aeropuerto, llevaron gaseosa y en un día le enseñó como dominar la técnica del pedaleo. Ahora su vecino también usa la bicicleta como medio de transporte urbano. Orlando piensa que ‘’La principal razón para usar la bici es el ahorro mensual del pago de transportes, anda más rápido y de forma saludable’’.

Por el momento, el amor por el pedal hace de Orlando un hombre vital y entusiasta frente a su trabajo ’’así no venda, me voy en mi bicicleta a trabajar’’. Uno de sus deseos es comprar una bicicleta de ruta esas de cacho doblado, como dice él. No trabaja los domingos y se siente muy agradecido con su labor y su forma de transporte amigable con el medio ambiente y con su salud.


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