Comida para el pueblo

Típica noche en la Universidad del Tolima, se escucha uno de los muchos eventos culturales que se desarrollan en el parque Ducuara, grupos de amigos charlando en el muro de los lamentos y muchos estudiantes saliendo de la última clase a las 9:45 p.m, de entre los cuales vamos mi grupo de amigos y yo.
El hambre a esta hora es algo con lo que todos los que hemos pasado por una extensa clase de cuatro horas hemos lidiado, el presupuesto de estudiante tampoco da para mucho pero la opciones demasiadas. Éstas varían entre las arepas, empanadas, tacos colombianos, italianos, burguer, las arepas con salchichón de “Doggy” y mecato que venden en las chazas.
Bajando por la entrada de la “U”, un pequeño auto morado con stickers verdes llama la atención de todos los que pasan por allí. Con un improvisado alto parlante, su dueño promociona su producto. Con mucha curiosidad, nos acercamos a preguntar qué es lo que ofrecen.
“Arroz con pollo por tan solo 1000 pesos”, es lo que exclama José Ramírez quien es un comerciante que migró de la ciudad de Popayán hacía la capital musical de Colombia por una mejor oportunidad laboral. Su familia es su equipo de trabajo, con dos vehículos que frecuentan los principales puntos de Ibagué.
Mientras pido una de las famosas “rellenas de yuca”, Andrés, su hijo, me comenta que los lugares que más visitan son la Plaza Bolívar, la Universidad del Tolima y Panamericana en la 60 con quinta. “Acá las personas son más amables y mejores clientes”, dice Ramírez. Tuvieron que volver de la capital del Cauca por la poca demanda que tenían allí. Acá encontraron su nicho.

“Mi señora, mi hermano y mis hijos son los encargados de que esto funcione, ellos le ponen el alma y, junto a mí, salimos todas las noches a trabajar, mientras yo me ubico en el sector universitario, ellos recorren los principales centros comerciales. Aqcua, Multicentro, La Estación y toda la calle 60 principalmente en su March gris”, comenta José.
De igual manera son ellos mismos los que producen estas recetas culinarias, en el día las preparan y a eso de las cinco de la tarde salen a venderlas. A veces es tal la demanda, que me comenta el micro empresario que tienen que pedir algunos productos de fábrica para dar abasto a los exigentes clientes.
Arroz con pollo, arepas, rellenas entre otros, son algunos de los productos que ofrecen y clientela no les falta, a pesar de los prejuicios que se les genera por el bajo costo de sus alimentos, nunca se van con sobrantes. “A las personas les gusta la comida rica y barata y, aún vendiendo a mil pesos, me deja ganancia” me cuenta José mientras me termino mi manjar de bajo costo.
Aunque son muchos los puestos de comida rápida que se han establecido últimamente en la ciudad de Ibagué, son estos pequeños los que mandan la parada para un público exigente y con poco presupuesto. “Nuestros clientes principales son estudiantes, ya que adaptamos los precios para ellos” dice José Ramírez, mientras me da las devueltas y me apuro a tomar el último bus de la noche hacia mi hogar.