Raza a flor de piel
Llevar en la sangre la cultura palenquera y transmitir a su familia el amor por ella, estar orgullosa de la raza negra, identificarse con sus gustos gastronómicos, la música, el arte y el contraste de colores fuertes, tierra y pasteles, además del significado que tiene ser mujer palenquera, son el motivo para seguir luchando contra la discriminación racial y fortalecer la identidad de la población afrocolombiana en el Tolima.
Yolanda Varona Mina, quien se ha caracterizado por ser líder y representante de la comunidad Afro Colombiana en el Consejo Departamental de Planeación, Consejo Municipal de Cultura, Consejo Comunitario de Mujeres tanto del departamento como del municipio de Ibagué, es también luchadora de sus ideales, defensora de su raza negra, proactiva por una calidad de vida de la población Afro Colombiana y además, arquitecta del proyecto más importante que ha consolidado: ser madre y esposa.
La mujer orgullosamente negra, de 54 años se caracteriza por ser una mujer entregada a su esposo e hijos. Ha consolidado a su familia con base a la comunicación, la unión y los valores, conociendo los gustos y amistades de sus hijos y resolviendo situaciones familiares como laborales de manera pacifista. “Por cultura la mujer negra es supremamente sobre protectora con sus hijos y su hogar. Procuramos conservar muchísimo las tradiciones”. Cuenta la señora Varona.
Los colores juegan un papel importante en su casa, son armonía e identidad familiar. Al entrar a la sala de la casa con un ambiente silencioso y fresco, los elementos decorativos como esculturas de elefantes ubicados en la mesa central, muñecas africanas las cuales lucen delgadas y con vestidos de una gama de colores entre el verde, amarillo y rojo, dos jirafas de aproximadamente 1.60 de altura, quizás la escultura más llamativa exhibida en una de las esquinas de la sala y con ellos unos cuantos candelabros que combinan los mismos colores al resto de objetos: amarillo, naranja y café, exaltan el valor por la cultura palenquera y afrocolombiana a la que Yolanda y sus tres hijos pertenecen.
Oriunda de Santander de Quilichao – Cauca en donde se crío y realizó sus estudios primarios y secundarios, luego se vinculó durante 21 años a la institución de la Policía Nacional en donde laboró en diferentes departamentos de Colombia y también, en donde conoció a su actual esposo. Tiempo después se retiró de la policía y fue a vivir a Armenia, ciudad en donde nacieron los hijos de la pareja: Gustavo Adolfo González Varona, médico graduado de la Universidad del Tolima, Sergio Andrés González Varona, estudiante de veterinaria de la misma universidad y Lina María González Varona, estudiante bachiller de 11 grado.
A partir de vivir el episodio del terremoto en Armenia, regresó junto a su pareja sentimental a Santander de Quilichao en donde tenían asuntos pendientes por terminar. Ambos empezaron a ser víctimas de la inseguridad y prefirieron trasladarse a la ciudad de Ibagué a manera de refugio y con la intensión de proteger su hogar.
Al preguntarle por su esposo, con quien ha sostenido una relación por 34 años, un hombre tolimense, de piel blanca, estatura alta y contextura robusta, ojos de color claro, de voz gruesa y quien es pensionado de la policía; ella responde con una sonrisa simpática resaltando dos cosas importantes: La dedicación y fortalecimiento en la relación matrimonial, los ha llevado a crear vínculos estables en los aspectos laborales y familiares, basados en la comprensión y dedicación de tiempo a sus hijos.
El ejemplo que ha inculcado Yolanda en sus hijos con esmero y amor, la ha llevado a ser admirada por ellos. Con su hija tiene una estrecha relación basada en la amistad y la confianza. Como su fiel compañera, ha sido testigo del trabajo comunitario que ha hecho su madre y con orgullo habla de algún día poder ser como su mamá, por lo que para ella es, un ejemplo a seguir y una “gran” líder.

Valiente y luchadora, es como Lina ve a Yolanda en el rol de madre y líder comunitaria. El entusiasmo y cariño con el que habla del valor que tiene para ella el trabajo que ha hecho su madre, contando solamente con el apoyo de su familia y enfrentándose a la discriminación de la comunidad, es como asegura que nadie más lo hace, porque siempre tiene lo mejor para entregar, tiene ideas y proyectos para seguir ayudando, a pesar de que todo su esfuerzo no es retribuido con dinero, lo que quizás hace de su labor algo más admirable.
El liderazgo es el mejor talento de Yolanda, aprendió de éste formándose en varios cursos que le ofrecían en la Policía Nacional, con su carácter fuerte combinado con la sensibilidad que la caracteriza como mujer trabajadora y emprendedora se ha encaminado por el trabajo y la incidencia social, respaldando a la comunidad a la hora de atender y cooperar con las necesidades personales o legales que le requieran, aportándoles conocimientos de responsabilidad social y artísticos, bien sea dirigidos por ella o con diferentes herramientas y personas que ella misma busca para fortalecer su trabajo.
Según ha aprendido Yolanda en varios años sumergida en su labor, los líderes sociales no son valorados por las personas de la comunidad a quienes les sirven ni por los entes gubernamentales, dada la violencia e invisibilización de los derechos de las comunidades afro descendientes.

Aun así, con adversidades y sin ser escuchados, Yolanda, sigue en pie como vocera de su comunidad, ya que si no es ella, ¿Quién más? Quién más como ella que no se rinda ante la lucha que por años ha sostenido, siendo callada y abnegada pero que a la misma vez, logra sus propósitos en beneficio de toda la comunidad afro colombiana, mostrando las necesidades que ellos tienen, como también las habilidades que pueden aportar los niños, jóvenes, madres y adultos mayores quienes solo desean tener una calidad de vida.
Es una mujer que cree en que aún la humanidad puede llegar a respetar la diversidad de pensamiento, así como ella. Coloca todas sus esperanzas en los jóvenes, quienes pueden seguir alzando la voz por la población afro colombiana.
Discriminación y Cultura
Se necesita llenarse de poder y valor para narrar desde su realidad, la de sus hijos e inclusive el contexto de los afrocolombianos del Tolima, la discriminación por el color de piel. Debido a pasar circunstancias incomodas en este departamento, en donde ha vivido por 15 años y en donde ha encontrado una notable discriminación hacia las personas de color negro.
Particularmente a la señora Varona la ha marcado una historia: Comenzar una batalla para que su hijo mayor fuera aceptado como estudiante, él quería entrar al programa de medicina en la Universidad del Tolima, en un inicio no fue aceptado a pesar de tener excelentes notas en el examen ICFES, y haciendo debidamente los trámites por medio de unos cupos especiales que ofrece la universidad para la comunidad afrocolombiana.
La respuesta de la universidad fue: “en la universidad hay estatutos especiales en donde requieren que la familia del estudiante tiene que venir de un lugar en donde no hubiera docentes, agua y luz”. Lo que ocasionó una profunda tristeza en Yolanda, respondiendo: - por el hecho de ser negros ¿no tenemos derecho a tener calidad de vida? Todos mis hijos estudiaron en colegios oficiales de Ibagué-”.
Pero al no ser admitido sin una razón válida, Yolanda entabló una tutela la cual fue negada, lo que significaba el impedimento al derecho de la educación; luego, junto a su abogada presentaron una apelación al Tribunal Superior de Ibagué, el cual, finalmente le aprobó el ingreso a la universidad. De tal manera que, favoreció este proceso a otros estudiantes afrocolombianos quienes también tuvieron la oportunidad de estudiar.

La mayor motivación para Yolanda en realizar una labor social y estar como presidenta y líder de la fundación Fundafrot fue la lucha que le tocó batallar por el bienestar académico de su hijo, como también el hecho de tener presente la importancia de sus ancestros y cultura palenquera; y con esto, deja clara su meta de poder crear un semillero de jóvenes que sigan con la misma responsabilidad que, ella por 9 años ha llevado en sus hombros.
Varona Mina enfatiza que: “El aporte que las comunidades negras le han hecho a Colombia ha sido muy grade en el campo del deporte y la educación”. Por ello, es la lucha de esta mujer palenquera, debido a que la discriminación histórica por los afrocolombianos se debe a desconocer la historia de su ante pasado, sobre todo de parte de los jóvenes quienes por presión social tienden a cambiar alguna de sus costumbres.
Yolanda, orgullosamente negra y amante a la vida indica que “la vida es muy bonita, por eso me da tristeza las personas que viven en guerra sabiendo que podemos hacer tantas cosas bonitas”. Con una mirada profunda, que se ilumina recordando su adolescencia en el colegio, y en época de guerra pero que sin embargo ella, con su comunidad le bailaba y le cantaba a la vida, los problemas se solucionaban en obras teatrales y así, a partir de la cultura aprendió que “la vida es muy bonita” porque es ella quien, sin egoísmos y negativismo ante las adversidades, ha aprendido a valorar y descubrir los regalos que la vida le ha puesto en su camino.
Luchar por defender
Los afrocolombianos como población, se caracterizan por ser trabajadores y dedicados al estudio tanto en el departamento del Valle y Norte del Cauca, al igual que en el Chocó, lo que se ve reflejado en el emprendimiento y movimiento de las diferentes ciudades de origen de la población palenquera y afrocolombiana. Por el contrario, y marcando la gran diferencia, la perspectiva que tiene Yolanda de la población afrocolombiana del departamento del Tolima es que es perezosa y poco emprendedora, ella compara la manera de sobrevivir de las personas de Ibagué con las personas de su región natal, y el poco valor por el arte, en lo cual se queda anonadada por la falta de creatividad, y la notoria limitante de la aceptación de su raza en la ciudad. Con diferente tono de voz, de la suavidad a la tenacidad, esto es sin duda lo que más le molesta a la líder Yolanda.
Teniendo en cuenta que la idiosincrasia es diferente en la tierra tolimense a las tierras Vallecaucanas, y sin desconocer las cosas buenas que las tierras tolimenses le han ofrecido a ella y su familia, no logra satisfacer aquí sus actividades culturales como lo hacía en Santander de Quilichao. Precisamente, es eso lo que ella ha querido contagiar a las personas de la fundación y con las que ha interactuado, el amor y respeto implacable por su cultura afro colombiana, por la vida y por la familia, para que las personas aprendan a luchar por sus derechos y por crecer intelectualmente, y así, cada uno aprenda de manera correcta, cómo conseguir una calidad de vida así como la tiene la familia González Varona.
Luchar, es el valor constante en la vida de la madre, esposa y líder palenquera. Por lo que, asegura que uno de sus mayores logros es haber defendido de manera pacífica y justa el derecho al estudio de su hijo en la universidad pública de la región, la satisfacción de verlo como profesional de medicina y el beneficio que le trajo esta “pelea” a otros estudiantes afrocolombianos.
Otro de sus logros cumplidos, es hacer incidencia en el departamento logrando una caracterización social de las comunidades afrocolombianas en el departamento en la oficina de inclusión social, encontrándose en proceso la política pública de las comunidades afrodescendientes en el municipio de Ibagué.
Tras todo esto, las situaciones entre su vida personal y familiar, la ha llevado a articularla con labores sociales a las que se ha dedicado y en donde visibiliza a la comunidad afrocolombiana y fortalece su identidad cultural, ya que “he visto que todo el mundo la quiere apagar y acabar, entonces eso me ha fortalecido”.
Y como buena representación de su raza y cultura no ha parado de capacitarse realizando cursos en diferentes dependencias, los cuales han contribuido a su personalidad y conocimiento, además de hacer estudios independientes sobre leyes y derecho.
Una mujer plena, tranquila, con un proyecto de vida resuelto es lo que proyecta la señora Varona, una persona que ha trabajado insaciablemente por su futuro, su familia, cultura y comunidad, todo en lo que ha centrado su vida sin esperar nada a cambio, entregando bondad, esfuerzo y amor a todo lo que realiza.

Clara muestra de ello, es reconocer que el liderazgo en la fundación no la ha enriquecido económicamente pero si como persona, aprendiendo a sobrepasar las dificultades que trae representar una comunidad y aportar económicamente a ella, organizando actividades que beneficien a las personas no solo afrocolombianas sino incluyendo a todo tipo de población, hablando y ofreciendo herramientas para concientización cultural, educación y artesanías ya que, el enfoque que ella maneja en Fundafrot son las artesanías que contribuyen al desarrollo integral de la persona.
Lleva en su ser la música en todos sus géneros, el cine y el teatro tocan las más profundas fibras de su cuerpo, haciendo de ella una persona íntegra y llena de valores.
Gracias a la reconocida líder de la comunidad Afrocolombiana y quien siempre está presta a colaborar en lo que más pueda, un sin número de personas durante los años de su residencia en el municipio, se han visto beneficiadas en cuanto a la mejoría de convivencia en las comunidades de barrios, conocimiento de derechos de las comunidades afro, superación personal, soluciones a problemas de discriminación racial, educación gratuita por medio del aval de la fundación; todo esto con apoyo de diferentes profesionales o estudiantes con conocimientos en las diferentes áreas, que también aporten al desarrollo de la cultura afrocolombiana en el Tolima.