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Artesanas de corazón

En Ibagué, capital musical de Colombia el arte y la melodía están presentes en sus calles. Se escuchan por la Carrera Tercera diversos instrumentos y voces de artistas que acompañan el recorrido de quienes transitan por el centro de la ciudad.


El talento está personificado además, en esculturas de los parques y en las paredes de la ciudad donde hombres y mujeres, dedicados al grafiti, dejan plasmadas sus coloridas ideas. En esta ciudad, el trabajo artesanal cuenta con su propio espacio en la carrera 5ta con calle 10, la Plazoleta de los Artesanos, un sitio donde la cultura colombiana está representada en objetos hechos a mano, elegantes, casuales, de madera, cuero, alambre, tela o totumo.


Han pasado 20 años desde que algunos ibaguereños se reunieron para darle vida a un proyecto que acumula historia no solo por el tiempo, sino también, por las narraciones de quienes realizan allí cotidianamente sus labores. En la Plazoleta se encuentra el puesto de Juanita Franco, “artesana de pura cepa” como ella misma se reconoce. Los años que dibujan su rostro y el cobrizo cabello, algo teñido por la blancura que el tiempo otorga, recibe cada mañana y hasta el anochecer a aquellos curiosos por la admiración o deseosos de llevar a sus casas la cultura hecha sustento por manos artesanas.


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Juanita Franco en la Plazoleta de los Artesanos

“Mi historia en las artesanías inició hace bastantes años...” expresa Juanita mientras continua con el tejido de una manilla de hilo y pequeñas piedras, “estaba muy joven, me dio por salir a viajar y conocer Colombia...” En estos viajes conoció a muchas personas que la ayudaron a crecer como artesana y que le dieron apoyo en medio de su travesía, en su corazón guarda recuerdos de bellas tierras que recorrió, gracias a la venta de sus creaciones; con ellas costeaba el techo, la alimentación y los materiales para la elaboración de artesanías que la llevarían a más lugares de ensueño.

Esta cálida mujer viajó por La Guajira, Cartagena, Bucaramanga y San Andrés; en este último lugar vivió por tres años. Después estuvo en Ecuador y Venezuela. Con una tela extendida sobre el suelo, Juanita se sentaba por horas a vender sus artesanías. El oficio lo aprendió de forma empírica; cuenta que en medio de sus viajes conoció diferentes técnicas, las fue adaptando y mejorando hasta finalmente convertirse en la artesana que es.

Juanita Franco en los inicios de la Plazoleta de los Artesanos

Su amiga Tatiana Manchado, artesana también en la Plazoleta, y quien conoce a esta mujer de cabellos rojizos hace más de 10 años, cuenta que Juanita es una persona que comparte su conocimiento, enseñando con cariño en esa idea de ayudar al otro sin prejuicios o a la espera de recibir a cambio algo. Franco junto a sus compañeros artesanos han mantenido viva la realidad artesanal en Ibagué desde la venta de su arte como también desde el compartir la técnica conocida y aprender el trabajo nuevo.

Juanita tiene dos hijos, Itzamna Tabarez, quien heredó el oficio de artesana gracias a la observación y cercanía con el trabajo de su madre.

Juanita Franco e Itzamna Tabarez creando arte

Itza, como la llaman sus amigos cercanos, también ha viajado gracias a este arte que heredó de su madre. Ha estado en Villa de Leyva, Santander, San Gil, Bucaramanga, Florida Blanca, Tunja, Armenia, Cali, Perú, Ecuador y Chile, donde reside actualmente; “De fondo siempre ha estado la artesanía, pero también me he movido con otras artes como los malabares; donde no se podía vender artesanías hacia malabares, donde no se podía hacer malabares vendía artesanías” comparte la hija de Juanita.

Itzamna Tabarez en los inicios de su marca VilHorror (Archivo VilHorror)

Sus inicios en este oficio no los tiene claros, Itza, con el oficio artesanal en su sangre, ha hecho de su trabajo una marca propia que poco a poco ha crecido en Chile.

“Es importante ser artesano en un sistema capitalista salvaje, es importante reivindicar el arte y la artesanía y otros tipos de economías que son más amigables con el entorno”. Haciendo énfasis en que el entorno no solo se refiere al medio ambiente sino a la vida en sí y en esta tienen un lugar importante las relaciones y la protección a la familia. Como artesana es una madre orgullosa que valora la libertad que le da su oficio para encargarse de su pequeña hija. Además, piensa que es importante mostrar que se puede vivir del arte.


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Itzamna vive de un sector de la economía que tiene un problema muy grande vinculado según la artista a una “segregación sistemática”. Cuenta que “en muchas partes, aunque esto ha venido cambiando, el artesano sigue siendo visto de manera negativa.

Esta joven mujer no titubea al expresar su satisfacción por el trabajo que escogió. Su voz y gestos cambian cuando comenta que “sobrevivir, sentirse identificado con lo que se hace y no venderse al sistema es el mayor reto que se afronta cuando se decide vivir de economías alternativas”.


Deja claro que no es un trabajo que le haya tocado para la supervivencia del ser en las exigencias del mercado, sino una labor que decidió asumir desde la libertad. Ser artesana, crear arte y compartirla con los demás, es el placer de elegir lo que a gusto estas dos mujeres tejen entre hilos de fique y piedras de cuarzo.

Los artesanos de Ibagué han trabajado por el respeto y el reconocimiento de su labor en aras de rescatar la cultura colombiana. Hace dos décadas, vendedores ambulantes de artesanías decidieron crear una asociación y como Itza lo ilustra “toda una generación de artesanos, mi madre incluida ahí, dejaron el camino abierto para otros, intentando obtener espacios para la venta e intentando tener voz y honra en el trabajo que desempeñaban”. Estas personas construyeron un escenario para que otros artistas que desean emerger puedan laborar sin ser estigmatizados.

Itzamna exponiendo su arte en una feria (Archivo VilHorror))

Juanita e Itzamna viven de aquello que se ama. Según sus experiencias, las dificultades no cierran posibilidades, sino que enseñan y ayudan a crecer de cara a mercados con mayores resultados para el capitalismo. “Mi aporte fue mostrar que se puede vivir de eso, que se puede vivir de un sueño, que se puede trabajar por los sueños de uno, no por los sueños de otro...”


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