El comercio ibaguereño se reinventa en cuarentena
Por: Laura Arias
La pandemia provocada por el nuevo coronavirus SARS-Cov-2, además de golpear la salud de la población colombiana, ha deteriorado la economía de nuestra región, llevando a la quiebra a pequeños comerciantes de la ciudad, que luchan por sobrevivir tras más de tres meses de confinamiento preventivo obligatorio. Algunos locales han adoptado medidas drásticas como el cierre total de sus negocios, otros, han corrido con mejor suerte, haciendo uso de las tecnologías para sostener sus ventas.
Una cara de la moneda es el caso de Don José Lozano, quien después de 35 años de tener su negocio de sastrería llamado Diseños Vicuña, y pasar por varios locales y ubicaciones diferentes en el centro de Ibagué, tuvo que cerrar por culpa del confinamiento obligatorio. Su último establecimiento se ubicó en la 15 con quinta, gracias a la entrega y dedicación, llegó a ser muy reconocido en este sector.

Don José ha hecho parte de una de las profesiones más antiguas de la humanidad, la sastrería, que se creó a finales de la Edad Media con el surgimiento de la moda a lo largo del Renacimiento, un arte exclusivo hecho a mano que consiste en la creación de prendas de alta costura para caballeros, damas y niños. Este oficio era muy importante en la realeza, pues reinas, reyes y demás acompañamiento real, preferían ropa hecha a mano y a su medida.
En la actualidad sigue existiendo esta labor pero no muchos acceden a ella. Según cuenta el señor Lozano, “se ha perdido también un poco esta cultura de la ropa hecha a la medida, ya que los jóvenes se inclinan por la ropa de “marca” o ya manufacturada que traen de China y siento que se llenan de prejuicios porque desconocen este arte”.
José Lozano solo pudo pagar el primer mes de arriendo desde que inició la cuarentena decretada por el gobierno nacional, ya que al estar cerrado le era imposible poder pagar todos los gastos que demandan tener un local comercial, “nunca pensé que tendría que llegar a cerrar totalmente mi negocio, desalojar ese local fue bastante duro, ya que con tantos años de experiencia y haber pasado por tantas situaciones siempre pude sacarlo a flote. Pero esta vez todo se salía de mis manos”. Sin embargo, comenta que está de acuerdo con las medidas tomadas por el gobierno, según Don José, él hace parte de la población vulnerable por ser mayor de 60 años y además, su trabajo lo obligaría a exponerse día a día con los clientes que acudirían a su local.

Desde marzo, el Ministerio del Trabajo, ha invitado a las empresas y a pequeños negocios a implementar el teletrabajo para evitar contagios por COVID-19, sin embargo, don José expresa que no ha podido encontrar ese bombillo que le dé una idea para innovar su negocio. Aunque algunos emprendimientos se están reinventando al crear perfiles en Instagram, Facebook y demás plataformas digitales, para darse a conocer y tener un rango de clientes más amplio, don José manifiesta que su trabajo no es posible trasladarlo a la era digital, “Tengo 65 años y casi no tengo idea de las redes sociales, aunque sé que son importantes, he optado por manejar otro tipo de publicidad, más que todo física”, añade.
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Una de las formas en que ha pensado hacer publicidad, es sacar una lista de todos los clientes que tiene desde hace mucho tiempo, para llamarlos y avisarles que empezará a trabajar desde casa, también con la intención de saludarlos y agradecerles porque después de tantos años siguen ahí. Además, quiere que sus hijas le ayuden a hacer un tipo de tarjeta de presentación, para enviárselas a sus clientes por medio de WhatsApp, ya que es el único soporte digital que maneja con alguna facilidad.
Don José explica que con el tipo de clientes que tiene, se hace difícil hacerlos pasar a las plataformas digitales, ya que los rangos de edad que maneja son más que todo de 40 a 80 años, “el tipo de trabajo que realizo no se presta para que sea 100% digital, ya que necesito tomar medidas a las personas y las prendas de vestir, además, es necesario que se prueben las prendas y saber dónde debo coger o soltar”.
Para él ha sido difícil ver todas sus máquinas, telas, cintas métricas, papeles de moldes y demás materias primas estancadas y guardadas en cajas, ya que nunca en 35 años había tenido que pararlas. Con su voz entrecortada desea “que todo esto pase rápido, porque, como yo, hay cientos de comerciantes que tienen preocupación e incertidumbre”.
Extraña su vida normal y la rutina diaria de su trabajo, en los meses de confinamiento en casa, su tiempo lo aprovecha para hacer ejercicio en la bicicleta estática, ya que su hobby de fines de semana era salir a montar bicicleta con sus ‘compinches’ como él los llama. También, reconoce que en estos meses su esposa es quien ha estado ayudando económicamente al hogar, “me siento frustrado por no poder ayudar en mi casa ya que toda la vida he estado a cargo de los deberes económicos de mi familia, menos mal tengo una mujer berraca y afortunada por su trabajo como docente, ella es mi mano derecha” comenta el sastre.
Don José espera que todo vuelva a la normalidad, ya que cientos de colombianos como él, anhelan poder retornar a sus labores. Esta vez buscando otro local, o reinventar su idea de trabajar en casa con sus clientes más fieles.
En contraparte a la situación que atraviesan bastantes negocios y actividades comerciales como la de don José, se encuentra Olga Eugenio, una ibaguereña que decidió emprender hace más de un año con su negocio de repostería, "Tortas Juana", el cual ha tenido una buena aceptación entre sus clientes y que a pesar del aislamiento preventivo obligatorio, no ha parado, por el contrario se han incrementado sus ventas por canales digitales como Whatsapp.

Según ella, “esto surgió desde mis ganas de crear mi propio negocio, llevaba toda la vida trabajando en el restaurante familiar de mi esposo, pero en mi corazón sentía que yo misma debía crear algo. Así que poco a poco empecé a envolverme en este mundo de la repostería y me motivé, pagué cursos, veía vídeos en YouTube y me informaba día a día sobre mi nueva pasión.” Así fue como empezó a crear sus propias tortas que vendía principalmente a los clientes del restaurante, y al ver la buena aceptación, se arriesgó a crear su marca y dar el salto a su propia empresa.
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La señora Olga también cuenta que uno de los motivos por los cuales su negocio empezó a crecer y a tener más clientela, fue gracias a las redes sociales, más que todo a Instagram. Esta plataforma ha sido el medio por el cual ella ha dado a conocer todas sus delicias, “a pesar de que mi conocimiento en esta red social es mínimo, mis hijos han sido mi mayor respaldo y ayuda, ya que ellos día a día mueven Instagram, es tanto así que quedé sorprendida por los 1.600 seguidores que hemos conseguido”.
Desde que inició el confinamiento, no hay día en donde no haga sus tortas, dice que el tema de la repostería es muy versátil, ya que una torta puede ser para cualquier ocasión, como un cumpleaños, un detalle, día de la madre, día del padre, o simplemente por un antojo. Según Olga, el tema de la cuarentena hace que el estar encerrado “impulse a las personas más fácilmente a estas tentaciones”.

La creadora de tortas Juana agradece haber tenido la oportunidad y el privilegio de estar estable en un momento crítico como éste, que al contrario de muchos que han perdido toda su inversión y les ha tocado cerrar sus negocios, como don José, ha tenido la oportunidad de aprovechar este momento para crecer en todos los aspectos. Un punto muy importante que ella resalta, es el buen uso de las TIC (Tecnologías de la Información y Comunicación), ya que son herramientas a las cuales se les puede sacar provecho, y más en estas situaciones de crisis.

Después de la cuarentena, Olga Eugenio quiere seguir manejando el negocio desde las redes sociales, trabajando desde casa, ya que le ha funcionado esa estrategia. Su objetivo es seguir creando y moldeando mejor su marca, aprovechando esta coyuntura para enfocarse en mejorar su producto y estar en constante innovación.
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Actividades económicas como Tortas Juana han tenido una alta demanda de trabajo y han aprovechado el mundo digital que les ofrece las tecnologías. Sin embargo, casos como el de don José con su sastrería, una profesión tan antigua como otras tantas han tenido que cerrar sus puertas por el tipo de público y las características propias del oficio que necesariamente le exigen contacto físico con las personas debido a que los diseños son exclusivamente con base a las preferencias de cada cliente.
Aunque el Gobierno nacional prometió ayudas a pymes como el Decreto 579 de 2020, donde pretendían llegar a acuerdos económicos en cánones de arriendo, solo fueron medidas ineficaces en la mayoría de los casos, que no contribuyeron en verdaderas soluciones a los trabajadores independientes e informales, que subsisten de lo que hacen en el día a día y que se evidencia con el cierre de más de 900 empresas en Ibagué desde la cuarentena. Así es como el caso de don José se replica en miles de hogares colombianos, que solo esperan que pase la pandemia, para poder reactivar su economía y el estilo de vida que llevaban.