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Las zonas rurales no están exentas del virus

Por: Daniela Olaya Herrera


El cantar de los pájaros es la única tonada presente a las 5.00 a.m. en la Finca Los Cucharos ubicada en la vereda Bermeo a 34,2 kilómetros de Bogotá, a esa hora Lucila Herrera de 64 años como todas las mañanas, saca la cantina con leche que producen las vaquitas de su esposo Germán Olaya de 74 años, para que el camión la recoja. Su vida no ha cambiado mucho con la cuarentena, su artritis sigue avanzando y trata de controlar la tensión con las pastillas que le da la EPS, sigue cuidando a sus gallinas, atendiendo a los clientes que van a comprar huevos y saliendo de vez en cuando a Facatativá, la ciudad más cercana para comprar comida.


La señora Lucy se prepara desde muy temprano para iniciar su jornada laboral
6:00 a.m. Lucila Herrera


La vida en el campo es tranquila, acompañados de los amaneceres de la sabana y con una finca con vistas a Bogotá se podría decir que son afortunados, lo cual no significa que estén lejos de contagiarse.


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La Señora Lucy y su esposo intentan cuidarse de un posible contagio pero cada vez es más difícil, las personas en la ciudad están empezando a relajarse, comenta mientras pone los huevos que acaba de recoger en las cubetas, según ella tiene que ir a la ciudad más prevenida, “eso la gente ya no se cuida, andan en la calle como si nada, yo trato de no acercarme mucho a los demás”.


Gracias a las gallinas de la Señora Lucy la mayoría de las personas de Bermeo y veredas cercanas pueden comer huevos y gallinas frescas a buen precio, sin tener que ir a la ciudad y exponerse. Si llegara a enfermarse la Señora Lucy se verían afectadas muchas familias.


Se debe ser constante en el cuidado de las gallinas, en este trabajo no existen días de descanso.
9:00 a.m. Lucila Herrera

Facatativá ha intentado mitigar los contagios, controlar la entrada a la plaza de mercado, las filas de los bancos, las tiendas, pero aún así desde las 10 de la mañana se empieza a ver cómo las personas se reúnen en las tiendas a tomarse un tintico y echar chisme, caminar por la calle sin protección en compañía de sus amigos.


Cada día que pasa se ven más personas en las calles, eso sí con tapabocas aunque no lo usen correctamente. La señora Lucy sale algunos días a vender unos huevos y comprar cositas que le falten, no puede ir antes de las 10 a.m. porque tiene que cuidar a sus gallinas, así que uno o dos días a la semana se enfrenta a la posibilidad de contagiarse.


El peligro de un contagio no está solo en la ciudad, también está en la vereda


En la vereda Bermeo hay 24 fincas, todos se conocen así sea solo de vista, una de las personas que está más consciente de la movilidad en la vereda es Manuel Ayala Rincón de 74 años, todos le dicen Don Manuel, su finca y a la vez única tiendita de la vereda, es su sustento desde hace quince años, vive con su hija y sus nietos y siempre se ha dedicado a las labores del campo.

Desde una silla de madera a una distancia de más de dos metros Don Manuel, con su gorra verde y su bigote eternamente blanco, relata con tranquilidad que la cuarentena ha significado en su caso una preocupación para su salud, dice que su hija o él llaman para sacar las citas y su respuesta son excusas o simplemente no contestan. Cuando se le pregunta sobre su salud solo hace un gesto de incomodidad y dice que ahora está más enfermo que antes, le preocupa no poder tener sus citas.


Don Manuel atiende todos los días en su pequeña tienda. Siempre está dispuesto a charlar o hacer un favor
11:00 a.m. Manuel Ayala

Cuando habla sobre la pandemia se le nota más relajado y hasta ríe varias veces, comenta que él es una de las personas que más pasea de finca en finca, dice que las personas están más bien despreocupadas, “sí, toman algunas medidas, pero son relajados, eso van de arriba para abajo normal”.


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Las palabras finca o campo están ligadas con la tranquilidad y la lejanía, y tal vez esto a Don Manuel le asegure hablar con comodidad sobre la pandemia, de que piense que no pasará nada, y es que para el gobierno colombiano los contagios en el campo no son muchos, como aseguró el ministro de agricultura Rodolfo Zea durante una entrevista con Yamid Amat, “en el campo colombiano el coronavirus no ha llegado de una manera masiva, hay muy, muy pocos casos” lo anterior podría tranquilizar a todos, pero la verdad es que a pesar de que no se presenten demasiados casos no es seguro que el campo esté protegido. En el artículo de Colombia Check, “Pocos contagios de Covid-19 en el campo, pero habitantes de zona rural se han enfermado en cascos urbanos” se mencionan varias veredas que tienen un estricto control de entrada-salida y de saneamiento, ¿qué sucede con las veredas que no tienen este control?, ¿la lejanía no garantiza la seguridad?


En la vereda Bermeo la Junta de Acción Comunal tiene un grupo de WhatsApp “Amigos por Bermeo”, en este grupo se informa sobre las medidas que toman las alcaldías de los pueblos cercanos, pico y cédula, ayudas del gobierno, noticias de la vereda, reuniones… La señora Lucy, está atenta al grupo y le comenta a su esposo lo que dicen; por otro lado, Don Manuel no tiene un teléfono inteligente, su hija está en el grupo pero él no está muy informado de lo que dicen, “eso tienen un grupo, yo no sé mucho la verdad”.


Ese grupo es una gran herramienta para mantenerse informado, pero no asegura que todos tomen medidas para cuidarse unos a otros, tanto en la finca de Don Manuel, como en la de Don Germán entran y salen constantemente personas, algunas con tapabocas y guantes, otros sin ninguna medida.


Desde las 7.00am empiezan a llegar clientes, la Señora Lucy tiene alcohol para desinfectarse las manos cada vez que recibe dinero, Don Manuel se lava las manos de vez en cuando, dice que si le tiene que dar pues él no puede hacer mucho.


Durante los tres meses que lleva la cuarentena, en la vereda Bermeo, nadie se ha acercado a explicar qué medidas se toman en las zonas rurales para evitar un contagio, no se ha desarrollado un plan de contingencia y no se tiene ningún tipo de protocolo de control para ingresar a la vereda. La Señora Lucy afirma que sí se ha “medio hablado” del tema pero que no se llega a nada, y mientras se concretan algunas medidas seguirán entrando personas a la vereda como si nada y sin ningún tipo de protección, gente que nadie conoce pero que usan de paso los caminos.


El gobierno nacional ha anunciado fortalecer económicamente el campo con estrategias como créditos, abaratar los insumos o facilitar la comercialización, estas medidas son de suma importancia, pero ¿se ha hecho el mismo esfuerzo por mantener el virus lejos del campo?, los casos citados dentro del artículo de Colombia Check resaltan que es la organización interna de la misma vereda, la que se encarga de realizar un control de saneamiento, pero en la vereda Bermeo no se tiene ese tipo de planificación, el tránsito entre veredas lo hace difícil y aunque supieran de estos casos se necesitaría de una cohesión entre vecinos muy fuerte para lograr acuerdos verdaderamente confiables.


Todos los días hacia las 10.00a.m. Don Germán va a ordeñar a sus vacas, camina lento, dice que después del desayuno le empiezan a doler más sus pies, tiene artritis reumatoidea desde hace cinco años, se trata de una enfermedad degenerativa, nunca se va a curar. Ésta le produce unos calambres que no le permiten caminar, pero aun así se le ve de arriba abajo por el potrero detrás de la cachuda, estrella, la cariblanca y la roja como les dice a sus vacas.




La leche de sus vacas la vende a una distribuidora mediana de la región, y con esta hacen quesos, yogurts, postres y otros productos que se pueden encontrar en varios supermercados de la sabana. Tal vez algún día sin darse cuenta usted puede estar comiendo o tomando algo que viene de las vaquitas de Don Germán.


Mientras ordeña habla de sus nietos, dice que extraña tenerlos cerca, que corran detrás de él diciéndole “Mancho” o “Mono Mono”. Vivir en una zona rural permite aislarse del Covid-19 pero no significa que no se sienta soledad.


Puede que Don Germán esté ocupado, pero siempre que observa sus potreros, ésta en la cocina, o se sienta en su sala se imagina a sus nietos corriendo, o a sus hijas riendo. Y al parecer este sentimiento de soledad se traslada a sus huesos, cada vez se queja más de sus articulaciones, levantarse después de comer es un reto, y correr detrás de sus vaquitas ya no es lo mismo de antes.


Sin importar el clima o si se encuentra muy enfermo don Germán siempre está al tanto de sus vacas.
6:00 p.m. German Olaya

Son muchas las cosas que pueden salir mal, un día cualquiera una persona sin saberlo podría traer el virus a la vereda y alterar la producción del sector, pero la peor parte se la llevarían Don Germán, la Señora Lucy y Don Manuel, los tres tienen enfermedades de base, podrían estar gravemente afectados si se contagian; aun así, no pueden dejar sus negocios y que nadie entre en sus fincas, a pesar de todo tienen que levantarse sagradamente antes de que salga el sol y enfrentar lo que se venga.


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