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“Los imaginarios urbanos nos habitan”: Ibagué imaginada



La frase, del filósofo y semiólogo colombiano Armando Silva, apunta a la necesidad de descubrir los imaginarios de nuestras urbes contemporáneas para poder saber cuáles son las formas en las que las habitamos, usamos, evocamos y proyectamos a futuro.


Esta iniciativa de las ciudades imaginadas surgió con la publicación del libro Bogotá imaginada, escrito por Armando Silva. Luego de esto, diferentes investigadores latinoamericanos se unieron a este propósito y se publicaron los libros de las ciudades capitales de América Latina. En la actualidad esta teoría y metodología se sigue expandiendo por el mundo y ha logrado interesar a diferentes estudiosos de todas las disciplinas.


Fue así como un equipo interdisciplinario de docentes de la Universidad de Ibagué se vinculó a este ejercicio, que comenzó desde el año 2015. Uno de los resultados de la investigación es el libro Ibagué imaginada que se presentó formalmente el 1 de octubre en la ciudad. La investigación, que tuvo como eje central la indagación sobre las percepciones de los habitantes de Ibagué, se interesó por el papel que cumplen los imaginarios a la hora de analizar cómo se están transformando las ciudades intermedias.


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Los imaginarios que tienen mayor concentración simbólica, es decir, que son percibidos por más personas, son los asociados a la musicalidad de la ciudad. A Ibagué, según los habitantes entrevistados, la identifica el Conservatorio, la carrera tercera por su musicalidad, la música colombiana y los músicos, intérpretes también de este género. Pero también se califica a Ibagué como un buen vividero en la que sus habitantes son alegres. Una alegría que se relaciona como la fiesta, el folclor, la música y la florecencia de los ocobos.



Para los hombres, el color que identifica a la ciudad es el verde; mientras que para las mujeres es el color rosado de los ocobos el que más nos representa. El verde está relacionado con la naturaleza, especialmente por las montañas que rodean a Ibagué. Además de esta asociación, los habitantes entrevistados señalan que los ocobos florecen porque en Ibagué tenemos todos los climas, siempre cálidos y nunca tan fríos como Bogotá. Aparte de las fuertes lluvias, a Ibagué la caracteriza la frescura de los vientos que la recorren y el tapete rosa de las flores del ocobo.


Los ciudadanos, otro eje central de la investigación, disfrutan comer en casa, especialmente carne con arroz. Sus desplazamientos en medios de transporte son, generalmente, cortos; aunque últimamente el tráfico comienza a generar malas percepciones en los habitantes. Las rutinas deportivas se disfrutan en los parques, aunque haya pocos espacios para la recreación o la percepción de inseguridad y falta de cultura ciudadana no permita salir a todas horas.


Los ciudadanos entrevistados piensan que aún somos percibidos como perezosos, aunque amables y alegres. Consideran que la ciudad se parece a Armenia, Neiva y Pereira, pero quieren que Ibagué crezca como Medellín, esa es la ciudad anhelada. Otro anhelo generalizado es recuperar los escenarios deportivos y que la corrupción no nos marque como ciudad.


Ahora Ibagué hace parte de la Red de Ciudades Imaginadas. Las estadísticas de cada ciudad se comparan para establecer diferencias y similitudes de las percepciones imaginadas. Esto permite, no solo establecer conexiones, sino profundizar en imaginarios colectivos que se repiten en el mundo.


El libro Ibagué imaginada se encuentra disponible en el repositorio de la Universidad de Ibagué,(Repositorio) su narrativa tiene la intención de acercar a todos los ciudadanos con las percepciones imaginadas que, finalmente, nos hacen la ciudad que somos, que nos habitan.



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