Rugby mujeres y universidad
Por: Jorge Harrinson Caicedo Mosquera
A mediados del siglo XIX en universidades de Inglaterra, los estudiantes cambiaron las reglas del fútbol tradicional, generando un proceso evolutivo que daría lugar a variantes de deportes, como lo ha sido el caso del rugby como se le conoce en la actualidad.
Se trata de un deporte de contacto en donde dos equipos rivales tienen como objetivo anotar la mayor cantidad de puntos posibles, pues el equipo que logre más punto en los 80 minutos que dura el partido será el vencedor. Ambos equipos están constituidos por quince deportistas los cuales durante todo el partido intentan llevar un balón de forma ovalada a la portería contraria para anotar puntos; los jugadores pueden usar los pies y manos durante el partido para manipular el balón ya que es permitido tanto patear, como llevarlo en las manos para anotar puntos, para detener al portador del balón el equipo contrario pueden derribar al jugador.
En su inicio y por un largo periodo de tiempo fue un deporte exclusivo de hombres, era difícil imaginarse ver mujeres ejerciendo una práctica en la que se veía como los hombres chocaban unos contra otros durante el partido. Hubo varios intentos de conformar clubes femeninos de rugby, pero fue hasta 1982 en Nueva Zelanda donde se dio el primer partido internacional femenino, desde entonces se ha propagado a distintos países el rugby practicado por mujeres.
Rugbistas de la capital musical
En Ibagué, las mujeres también practican este deporte, hay varios clubes de rugby femenino que cuentan con la participación de mujeres dedicadas, pacientes, con un alto nivel de trabajo en equipo y muy competitivas.
Tania Granados, egresada del programa de biología de la Universidad del Tolima, en el año 2017 fue la primera capitana del club de rugby femenino de dicha institución. Nunca pensó que iba a ocupar ese puesto y con ello liderar a tantas mujeres, aun así, asumió su rol y muy comprometida con el club, las mujeres y con ella misma, comenzó a desarrollar competencia de liderazgo, “el haber sido la primera capitana de la Universidad del Tolima ha sido un motivo de muchísima felicidad, de muchísimo orgullo y que siempre lo voy a tener acá en el corazón” comparte Tania.

Bajo su dirección el club participó en el 2018 en dos competencias, en un ASCUN regional en el cual quedaron de segunda y en los Juegos Nacionales de Medellín.
Como ella, muchas mujeres de la UT se han visto interesadas en este deporte, Laura Rincón, estudiante de Ciencia Política de la Universidad del Tolima, comenta “un día después de una clase decidí ir a mirar que tal sería, ese mismo día entrené y me gustó”, así mismo, Diana Guzmán, también estudiante de Ciencia Política, comparte su experiencia al practicar el deporte, “es emocionante, uno se libera, se olvida de las otras cosas, como que se enfoca en lo que esta haciendo, es divertido y fuera de eso es un deporte que le genera retos al jugador”.
A parte de los rigurosos ejercicios a los que se veían sometidas por entrenar rugby, algunas chicas hacían otras actividades deportivas para mejorar su condición física y el estado de su salud, explica Laura: “sin que lo ordenará el entrenador, el equipo de las chicas íbamos a trotar y por las noches hacíamos gimnasio, entonces siempre estábamos haciendo ejercicio”.
Adaptándose a una nueva rutina
Una de las dificultades que viven estas universitarias deportistas tiene que ver con organizar sus horarios para poder cumplir con distintas responsabilidades, entre ellas: la academia, los compromisos familiares y el deporte. “Es un poco pesado por los tiempos, muchas veces me iba a entrenar o a jugar sin dormir el día anterior porque tenía parciales. En ocasiones terminaba de entrenar y me iba con tierra en la cabeza, solo me lavaba la cara, las manos y me iba a clase rapidísimo para no llegar tarde” comenta Tania.
Según Diana, “al principio eso se vuelve un reto pues tiene que coordinar uno los horarios de las clases con los horarios del entrenamiento. Para el rendimiento académico, sí era un poco complicado, pues uno cuando entrena un deporte genera agotamiento y pues también los compromisos de la universidad producen cansancio físico y cansancio mental, entonces era como empezar a coordinar.
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Asombro y preocupación
La reacción de las familias al enterarse que sus hijas practicaban o iban a practicar un deporte como el rugby que se ve “salvaje” y “violento” fue lo que las motivó a demostrar que ellas sí podían entrenar ese deporte.
“Al principio no creían que yo iba a practicar un deporte de ese estilo, pues generalmente lo ven que es de contacto y peligroso” comenta Diana.
Entre tanto, Tania comparte: “al primero que le conté fue a mi papá, él se sorprendió pues en esa época yo estaba muy delgada, me había bajado bastante de peso, entonces él estaba preocupado; me decía: este deporte es un poco brusco me da cosa que te lastimen pero bueno, tú puedes, tú todo lo que te propongas lo puedes hacer. Mi mamá siempre le ha causado mucho susto, ella solamente me ha visto jugar una vez, es muy nerviosa, yo creo que cada vez que me tacleaban o cada vez que yo cogía el balón o yo iba a taclear, ella cerraba los ojos. Ellos son mi apoyo”.

Laura destaca el apoyo de su familia “por los esfuerzos que hacía en la universidad y también por llegar a entrenar, empezaron a apoyarme más, aunque al principio a mi mamá no le gustaba mucho el hecho de llegar raspada, moreteada, embarrada. Me han apoyado mucho”.
Una imagen diferente de mujer
A lo largo de los años, la vinculación de la mujer en la escena deportiva ha servido para romper con la idea de que ellas son sinónimo de debilidad. Quienes juegan rugby demuestran que son fuertes, capaces de resistir el riguroso entrenamiento, los golpes y los difíciles partidos.
“Generalmente piensan que las chicas que juegan rugby son son rudas, que tienen tendencia a ser niños, que su comportamiento lo es; prácticamente es lo que le han dicho a uno” comparte Diana Guzmán.
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Haciendo referencia al proceso deportivo que vivió con las mujeres de su equipo y las experiencias personales que tuvieron, Tania destaca que “son chicas que vienen entrenando fuertemente, chicas que también tienen sus problemas, chicas que también tienen sus cosas en las cabezas, pero cuando estamos jugando somos una sola. Realmente el deporte en general, sean chicos o chicas, es para unirse, para ser uno mejor persona, parar aprender; entonces como que el género realmente aquí no tiene mucha importancia. Las mujeres en Colombia e Ibagué hemos tomado bastante fuerza en el rugby, realmente ahorita somos bastantes las que practicamos el deporte, chicas muy juiciosas, disciplinadas, muy guerreras”.
Un cambio de vida positivo
El rugby transformó la vida de las deportistas llenándolas de nuevas experiencias, amistades, conocimientos, metas y sueños, haciendo que el esfuerzo que cada una puso, se viera reflejado en su persona.
“Aprendí demasiado a ser disciplinada, muy disciplinada, porque, aunque a mi me gustaban algunas cosas, no tenía el juicio para hacerlas, monté cicla un tiempo, pero no me dediqué a eso, hacía ejercicio de vez en cuando; el rugby me apasionaba, era algo que no me obligaban, entonces yo lo investigaba” manifiesta Laura.
Tania comenta “realmente el rugby me cambió la vida porque conocí muchas personas en Ibagué, hice buenas amistades que es lo que realmente aprecio. La universidad es una época muy chévere pero también es muy dura, yo estaba viviendo sola en Ibagué, mis papás viven en Neiva, conseguí como una segunda familia en una ciudad diferente, realmente para mí fue algo espectacular; no tengo hermanos, entonces ellas son mis hermanas, es como si lo fueran. Este deporte me enseñó a ser más fuerte, me enseñó que, si me caigo 10 veces, 20 veces me tengo que levantar, es una de las mejores cosas que me ha pasado, el rugby”.
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“El rugby me permitió conocer más personas en la universidad, me permitió saber que puedo jugar un deporte en equipo y hacer parte de ello, además, ayudarle a mis compañeras a mejorar en sus entrenamientos, a mejorar en la cancha, a tener una mejor comunicación con las personas, porque para jugar rugby también es necesario comunicarse con ellas. Me permitió fortalecerme tanto física como mentalmente”, destaca Diana.

El deporte es un espacio para generar relaciones interpersonales que permiten a los individuos desarrollar diversas competencias. Los jóvenes continuamente se están vinculando a distintos deportes que hay en la ciudad, el desarrollo de escenarios deportivos adecuados para el máximo desempeño de los deportistas en diferentes categorías, debería de ser un tema de mayor relevancia. La integración de las mujeres en el deporte enriquece las diferentes disciplinas mientras se logra una mayor participación, igualdad y visibilidad.